Este título es una metáfora que hace referencia al spot publicitario de Luchemos por la vida de la década de los 90 en Argentina, en donde se intentaba concientizar a las personas respecto a los peligros asociados al exceso de velocidad al manejar sus automóviles.
Habiendo ya señalado en varios pasajes del libro la velocidad de los cambios que nos acontecen, con frecuencia nos cuesta entender lo difícil de vivir en una sociedad que quiere todo ya mismo. Esa obsesión por lo inmediato nos llevó a tener mercados como el de las criptomonedas que opera 24/7 y nos puede hacer preguntar: ¿cuánto más falta para que las Bolsas de Valores de los principales mercados del mundo adopten ese modelo? Esto también nos ha llevado a tener citas rápidas a través de aplicaciones, cuyo modelo de negocio real no consiste en encontrarte una pareja ideal, sino en hacerte volver a la aplicación, y eso el algoritmo lo sabe. Joder, hasta las aplicaciones de delivery hoy en día han llegado a ofrecernos delivery en menos de 10 minutos, y todo eso porque nos hemos vuelto lo suficientemente perezosos como para caminar 100 metros hasta nuestro comercio más cercano para comprar unos snacks. Charles Hummel, estaba en lo correcto cuando en 1960 escribió que vivimos bajo la dictadura de lo urgente, y eso no es bueno ya que cada vez con más frecuencia, lo urgente le está ganando a lo importante.
Sin ánimo de defender a los líderes pasados y presentes que nos han conducido al estado actual de las cosas, la velocidad demandada por la dictadura de lo urgente no ayuda a los líderes actuales. Los pueblos hoy demandan soluciones inmediatas a sus políticos recién electos, de la misma forma que esperan que ese nuevo juego de vajillas que compraron online llegue hoy mismo en vez de mañana como si se tratase de algo de vida o muerte. Lo paradójico de esto, es que hoy los líderes de Estado tienen mucha más información disponible que sus antecesores para fundamentar sus decisiones, pero como sociedad les hemos quitado un atributo fundamental: el tiempo. Un líder político no puede ser preso de la inmediatez con cada decisión que tome, pues, contrario al rol de un grupo de activistas, un broker de Bolsa o alguien que acaba de pedir una hamburguesa con cheddar a través de una aplicación en su teléfono inteligente, un líder político debe considerar los intereses y las posibles consecuencias de su decisión en varios grupos de actores que se encuentran interconectados. No nos escondamos. Nosotros mismos les demandamos más crecimiento, más rápido, y esto, en algún punto es contradictorio con todas las crisis que reconocemos a nuestro alrededor y que pedimos resolver rápidamente. Además como ya sabemos, los gobiernos que no escuchan a sus ciudadanos, eventualmente ven como estos se hacen escuchar, tanto en las calles como en las redes.