Políticas fiscales impulsadas por Inteligencia Artificial

 

Todos los partidos políticos y sus miembros, tienen ideas distintas respecto a cómo deberían ser las políticas fiscales e impositivas de un país para lograr una sociedad que progrese y no deje a nadie atrás. Sin embargo, cada vez que cambiamos una variable, muchas otras se ven afectadas de forma directa. A veces, logramos predecir estos cambios correctamente, y otras veces nos encontramos con resultados inesperados en sectores que no habíamos siquiera considerado. No es fácil poner en práctica distintas políticas fiscales e impositivas para ver qué funciona mejor en una sociedad, ya que, obviamente, no se puede jugar con el bienestar de las personas y muchos resultados tardan tiempo en verse reflejados, además de también verse afectados por factores externos. Por suerte para nosotros, en la era de la AI, es posible crear un modelo simulado de un mundo armado a medida, con individuos y recursos creados de forma artificial, y en base a ello realizar todos los experimentos que se nos ocurra.

 

The AI Economist: Improving Equality and Productivity with AI-Driven Tax Policies, o en español, “La AI economista: mejorando la igualdad y la productividad con políticas fiscales impulsadas por la Inteligencia Artificial”, es el nombre de una investigación realizada por Stephan Zheng, Alexander Trott, Sunil Srinivasa, Nikhil Naik, Melvin Gruesbeck, David C. Parkes y Richard Socher que versa respecto a esto.

 

Imaginemos que venga un político y nos diga que va a mejorar a la clase media aplicando una política determinada. Las promesas abundan en tiempos electorales. Imaginemos entonces qué pasaría si podríamos llevar adelante una prueba de lo que esta persona nos sugiere, pero en un entorno seguro, en un mundo virtual, completamente simulado por AI.

 

Lo que Zheng y Trott et al. 2020, propusieron, es un sistema virtual en el que a un conjunto de trabajadores con capacidad de aprender a través de la repetición, observando su entorno y el esquema impositivo, deciden por sí mismos cómo proceder. Empiezan a trabajar, pagan sus impuestos, y con el paso del tiempo, buscan maximizar su bienestar dentro de dicho modelo impositivo. Eso por un lado, por otro lado también se simula el accionar de un gobierno central y regulador del mercado, que presta atención a la inequidad, la distribución de la riqueza y otras variables del mercado, para luego acomodar sus políticas impositivas y distributivas, con el fin de obtener los mejores resultados posibles según lo que queremos lograr.

 

Encontrar un modelo que maximice la igualdad y la productividad, de forma conjunta, no es nada fácil, ya que cada variable modificada termina afectando a otro conjunto de variables, que a su vez pueden afectar a otras y así sucesivamente.

 

Cada uno de nosotros nació de forma aleatoria en donde le tocó, con un contexto y una situación dada que es única para cada persona. Pensar en las probabilidades de que eso se repita, entendiendo la cadena biológica y familiar que llevó a tu existencia, junto a la unión de un espermatozoide y un óvulo completamente aleatorios, en una era donde la tecnología médica permitió que llegarás a este mundo sin sobresaltos, es casi imposible de repetir. Sabiendo entonces todas las injusticias que existen en el mundo, y las pocas chances que había de que tengas tanta suerte a la hora de nacer, ¿no sería justo crear las condiciones de un mundo en el que a todos nos gustaría vivir si no supiéramos en qué contexto iríamos a nacer de antemano?

 

Repito una vez más, que esto no fue más que una simulación, sencilla, no fácilmente extrapolable al mundo físico, en donde existe más de un Estado, con reglas independientes, más allá de estar todos unidos por el mercado internacional, y donde, por ende, tomar decisiones en pos del beneficio universal, que incluya realmente a todos, es imposible en la medida que los regímenes fronterizos actuales sigan en vigencia. A veces me pregunto incluso por qué será que cada vez que pensamos en cómo será la economía de las primeras personas que habiten y colonicen otros planetas, como Marte, no nos imaginamos una economía libre, sino un sistema basado en la cooperación. Ya veremos si la influencia de los ideales del Tío Sam puede llegar hasta allí. Digo ¿quién impone las reglas si el colonizador es un privado, como potencialmente lo podría ser Elon Musk?

 

Por último, y no menos importante, debemos mencionar el reciente acuerdo, de junio 2021, de los países del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido), para establecer un impuesto mínimo global del 15% para las grandes multinacionales. Este pacto alcanzado por los ministros de Finanzas de los países más industrializados del mundo busca impulsar una serie de reglas comunes a nivel global para los gigantes como Amazon, Google, Facebook o Uber. Este acuerdo, que llevó años de debate, significa un cambio histórico en cuanto a reforma del sistema fiscal global, ajustándose a la era de las empresas sin bordes nacionales, asumiendo claro que la medida luego sea adoptada también por el resto de los países del sistema internacional de Estados.

 

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