Cuando preparé mi último final de la carrera para alcanzar el título de Licenciado en Relaciones Internacionales, tuve que rendir una materia que abarcaba una gran cantidad de autores que pasaban por todas las escuelas de pensamiento, desde el liberalismo clásico y el idealismo wilsoniano, hasta el realismo y distintas vertientes sistémicas y estructuralistas. Era un final duro, por lo que había decidido prepararlo de forma inteligente, entendiendo quién era la docente que iba a evaluarme y sus visiones del orden mundial. Mi final iba a ser en formato oral, no escrito, así que sabiendo que mi docente tenía una visión más crítica del sistema, decidí ir a rendir, contrario a lo que me recomendó todo el mundo, exponiendo como mi tema principal la visión de uno de los autores más liberales que pude encontrar en el programa de la materia. Ello, pensé, haría que inmediatamente su primera pregunta, luego de rendir mi tema, sea sobre algún autor totalmente opuesto a lo que acaba de presentar, acotando así el abanico de posibilidades.
Dicho y hecho, en un momento, mientras yo desarrollaba el tema que había preparado, la profesora me cortó en seco y me dijo “ya está, claramente sabes del tema que preparaste, hablame ahora sobre otro autor que no sea tan liberal por favor”. Acto seguido, comencé a hablar de Kenneth Waltz, contraponiendo su postura con la de Stephen M. Walt, para luego conectarlo con Robert Cox y su teoría crítica neo gramsciana. Funcionó. Logré despedirme de la carrera con un 10 en mi examen final. ¿Qué tiene que ver esto con el contenido que venimos discutiendo? Así como Steve Jobs dijo en su célebre discurso en la Universidad de Stanford, “no puedes conectar los puntos mirando hacia adelante; solo puedes hacerlo mirando hacia atrás”, a continuación quiero dedicarle algunas hojas a aquel autor que usé al preparar el último final de mi carrera ya que paradójicamente sus ideas hoy me ayudan a desarrollar una parte de este todo; por ello, sin más vueltas, les presento a Richard Newton Rosecrance.
Para comenzar, este autor sostiene que hoy en día, el deseo por ampliar los controles territoriales de los países es ya un deseo obsoleto. Ese solo puede ser el sueño de países menos desarrollados, que producen y exportan principalmente bienes que obtienen de la tierra. Teléfono para Putin, que no se embarcó ni si quiera en una guerra por recursos, sino en una meramente ideológica, lo que una vez más refuerza la idea de los derechos humanos. No importa el modelo económico que decida seguir un país, sino que haya un acuerdo común en cuanto a los valores humanos.
Por el contrario, en las economías desarrolladas, donde el capital, el trabajo y la información son recursos móviles, el anhelo por adquirir territorios ya no es tal, sino que estos países deciden centrar sus esfuerzos en el mercado mundial. Aquí el autor hace mención a dos juegos de palabras interesantes, por un lado el Estado Virtual, que ha reducido su capacidad de producción y la Corporación Virtual, haciendo referencia a aquellas empresas que descubrieron las ventajas de localizar sus instalaciones productivas donde les resulta más redituable y no ya en el mercado mismo donde pretenden vender sus productos o servicios o donde se hallan sus casas centrales. Google, Apple, Walmart, Amazon, Tesla o Mercado Libre son ejemplos de corporaciones virtuales que hoy en día se han convertido en actores de peso a nivel internacional independiente de los países que las vieron nacer.
Distinto era el caso del Estado Comerciante que se fortaleció tras la Segunda Guerra Mundial cuando las exportaciones eran la clave del crecimiento. Hoy entendemos que estas no son la única forma de conseguir crecimiento económico, sino que incluso se puede producir por fuera de nuestras propias fronteras para luego destinar esos productos al mercado global y luego girar las ganancias a la casa matriz.
Esto conlleva un gran quiebre en la concepción del Estado y redefine su actuar en el escenario internacional. El nuevo Estado ya no controla sus recursos internos de forma absoluta como en la era mercantilista, ahora negocia con el capital y el trabajo extranjero y doméstico, para atraerlos a su esfera económica y así generar crecimiento interno. Es por eso que las Relaciones Internacionales, a través de sus cuerpos diplomáticos, se han convertido en un factor clave en cuanto al comercio y las inversiones extranjeras que reciben los países, dejando de lado, o cuanto menos, achicando el papel de las estrategias militares en el contexto internacional.
El Estado Virtual hace referencia a un país cuya economía se basa en los factores móviles de la producción. Su estrategia se basa en que invierte en la gente, antes que en acumular una costosa capacidad productiva y subcontrata otras funciones a Estados que se especializan en ellas. Singapur, o Hong Kong, cuyas facilidades productivas están ahora principalmente situadas en el sur de China, bien podrían ser el modelo del Estado Virtual exitoso del nuevo siglo.
El Estado Virtual se especializa en los servicios técnicos y de investigación modernos y obtiene sus ingresos no ya de las manufacturas con un alto valor agregado, sino de producir diseños, y comercializar servicios y financiamiento. En este sentido, en años recientes, la suba de precios de los servicios internacionales, ha sobrepasado a la de los productos manufacturados. Mientras tanto, los precios de la tierra han continuado decayendo, o mejor dicho creciendo más lento que los precios de los servicios. El tamaño de su territorio ya no determina el potencial económico de un Estado. Las naciones virtuales poseen la llave competitiva para alcanzar el mayor bienestar en el próximo siglo según Rosecrance.
En el mismo sentido, dicho autor sostiene que las revoluciones anticoloniales han demostrado que la movilización nacionalista en las sociedades en desarrollo, impide al imperialista o invasor extraer recursos, por lo que una nación puede dirigir sus esfuerzos a ocupar nuevos territorios sin obtener beneficios económicos proporcionales a los recursos invertidos. La tierra que es un factor fijo puede ser atrapada, pero el trabajo, el capital y la información son móviles, y por lo tanto, no pueden ser atrapados.
Me crié escuchando que éramos un país rico en recursos naturales, que tener los cuatro climas nos daba una gran ventaja. Sin embargo, mientras nos enseñaron que en el pasado fuimos una de las principales potencias económicas mundiales, hoy el país está más pobre que nunca antes. ¿Si somos tan ricos, en dónde está esa riqueza? Si bien es discutible decir que somos un país rico, lo que sí podemos afirmar es que hemos sido mal administrados. No somos ricos. La riqueza se crea, si no, preguntale a Singapur que no tiene recursos naturales y es el segundo país más rico en ingreso per cápita[134], mientras que Argentina hace 70 años estaba en el Top 10 de ese ranking, con una población que se encontraba entre las más prósperas del mundo, mientras hoy no estamos dentro de los principales 70 países y la población no solo se empobrece día a día, sino que un tercio[135] de los trabajadores activos perciben ingresos que lo sitúan por debajo de la línea de pobreza, mientras en total, cerca del 40% de la población[136] se encuentra sumida en ella. Sí, uno de cada tres trabajadores son pobres. La narrativa planteada no solo falló, fue mentira. Datos del Banco Mundial señalan incluso que Argentina se encuentra en el puesto 47 de países con más riqueza natural[137], ni, primeros, ni segundos, ni terceros, ni en el Top 10[138]. Son datos, no relatos. ¿Qué otra explicación podemos asumir si no es que hemos sido mal administrados? Mientras la inflación acumulada entre 1980 y 2022 en Estados Unidos fue del 142,8 %, en el conjunto de los países que hoy componen a la Unión Europea fue de 169,72%, mientras a nivel mundial ésta alcanzó los 238,92%. ¿Argentina? 8.662,06%[139]. Mientras tanto, todos los partidos políticos locales, desde el regreso de la democracia hasta la actualidad, se han esforzado en culpar a sus rivales políticos de ser los generadores de esta inflación. Ya está. El mundo está repleto de casos exitosos en los que la inflación no representa un problema tan grave como aquí. Si pudimos aprender en la escuela a sumar, restar, multiplicar, dividir y despejar ecuaciones, entonces también somos capaces de entender este factor económico sin caer en discusiones chicaneras de un lado y el otro. No le demos más vueltas, sino vamos a tener mil pasados y ningún futuro.
[134] Ventura, L. (2022). Richest Countries in the World 2022. Global Finance Magazine. Visto el 8 de agosto del 2022, en https://www.gfmag.com/global-data/economic-data/richest-countries-in-the-world.
[135] Escobar, S. (2022). Pobres con trabajo: la amenaza que acecha a la clase media argentina. Perfil. Visto el 8 de agosto del 2022, en https://www.perfil.com/noticias/economia/pobres-con-trabajo-la-amenaza-que-acecha-a-la-clase-media-argentina.phtml.
[136] Pobreza – INDEC: Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina. [137] Fin al mito del «granero del mundo»: los recursos naturales no alcanzan para salvar el frente externo. Ámbito. (2022). Visto el 8 de agosto del 2022, en https://www.ambito.com/economia/divisas/fin-al-mito-del-granero-del-mundo-los-recursos-naturales-no-alcanzan-salvar-el-frente-externo-n5219738. [138] Craig, A. (2022). Which 10 Countries Have the Most Natural Resources? Investopedia. Visto el 8 de agosto del 2022, en https://www.investopedia.com/articles/markets-economy/090516/10-countries-most-natural-resources.asp. [139] Cajén, F (2022). Inflación acumulada entre 1980 y el 2021. Visto, el 15 de agosto del 2022, en https://elestadovirtual.com/inflación.