Olvidémonos de los impuestos por un momento y volvamos a enfocarnos en los potenciales puestos laborales que serán borrados del mapa. Para que entendamos la gravedad del asunto me gustaría señalar el desarrollo del software de AI llamado Amelia, por la empresa IPsoft. Este programa, analizó y aprendió, inicialmente, cómo realizar el trabajo de los empleados de call centers, es decir tareas de telemarketing y atención al público por vía telefónica, mejorando con cada atención realizada. En uno de sus primeros pilotos en 2016, esta AI trabajó para una empresa que atendía unos 65 mil llamados al mes de sus clientes. Tan solo seis meses después del inicio, tras varias correcciones, Amelia ya era capaz de resolver el 64% de las consultas con éxito. No solo eso, sino que esto permitió bajar el tiempo de duración de cada llamada, en promedio, de 18 minutos a 4 minutos y medio, reduciendo también el tiempo de respuesta de cada llamada de 55 segundos a tan solo 2 segundos[47]. Esto, en el corto plazo, presenta el potencial riesgo de arrebatarle la fuente laboral a varias millones de personas en el mundo. Hoy en día Amelia, provee soluciones para Telefónica, así como a bancos, como el BBVA, y empresas de seguros y muchas industrias más. En este mismo sentido, en Julio del 2023, Summit Shah, CEO de la empresa Dukaan, despidió al 90% de su personal debido a la implementación de un bot similar a Amelia, que uno de sus empleados desarrolló en tan solo dos días[48]. Tras la implementación del bot, Dukaan bajó el tiempo de resolución de cada consulta de 2 horas y 13 minutos a tan solo 3 minutos con 12 segundos[49]. Pero el golpe no termina allí. Cada persona desempleada es una persona menos consumiendo bienes y servicios básicos, desde golosinas en un quiosco, a servicios de transporte, casas de comida y ropa, generando un efecto dominó en varios sectores de la economía.
Esto mismo se puede replicar con tecnologías similares en otros tipos de trabajos, como limpiar, construir un puente, brindar indicaciones a personas o ventas minoristas. Y claro, la respuesta de un tecno-optimista es que en realidad esto permite liberar al humano de tareas repetitivas y tediosas para que realice otras más complejas, y sí, para algunos trabajadores ese será el caso, pero no todos correrán la misma suerte. ¿Para qué tener cien personas trabajando en una línea de atención al cliente si una AI puede resolver por sí sola la mayoría de las consultas de los clientes, y filtrar solo las que escapen de su capacidad actual a un grupo reducido de humanos?
Muchos levantan la voz para decir que es falso que la AI le quitará trabajo a las personas, y que en realidad quien sí lo hará será una persona que sepa usar las herramientas de Inteligencia Artificial a su favor. El reduccionismo de esta afirmación asusta. No porque la frase esté mal en su fundamento, sino porque detrás de ese destello de verdad se esconde que esa persona o empresa que logre posicionarse sabiendo utilizar estas herramientas podrá por si sola hacer el trabajo que actualmente le lleva a decenas, sino a centenas de personas. La clase empresaria no va a pagar sueldos que se pueda ahorrar. No hacen asistencialismo, y tampoco son necesariamente malas personas por ello, sino que persiguen la ganancia y la reducción de riesgos tal como actualmente ordena el sistema capitalista, lo cual discutiremos más adelante. Ojo, si estás leyendo esto y tenés la suerte de contar con un título universitario debajo del brazo, quizás estés pensando que ninguna de las actividades que acabo de mencionar te corresponden y que tu futuro laboral está garantizado. Puede que estés un poco más preparado para el futuro del trabajo, pero yo no me echaría a dormir en esos laureles.
Pensá en qué tan bueno sos dibujando. Yo la verdad carezco de talento para el dibujo, sin embargo hay profesionales que hoy ayudan a las investigaciones policiales a generar identikits forenses de las personas sospechosas por haber cometido algún delito. Por más difícil que resulte esta tarea, hoy estos profesionales empiezan a competir con la tecnología creada por Eagle AI[50], fundada por Artur Fortunato y Philippe Reynaud, que ofrece un programa gratuito, que a través de AI y una interfaz gráfica de programa muy sencilla, nos permite describir los rasgos de una persona y en cuestión de segundos obtener no un dibujo de las mismas, sino una imagen en alta calidad, símil a una fotografía de la persona sospechosa en cuestión. De hecho, OpenAI, la empresa detrás de ChatGPT publicó en el 2023 un informe[51], junto a la Universidad de Pensilvania y OpenResearch, en el que estimó que 80% de los empleados estadounidenses podrían verse impactados por esta tecnología y sorpresivamente los puestos laborales con más exposición son aquellos ligados a los matemáticos, contadores, escritores, diseñadores web y abogados. Aclaramos igual que en este estudio en particular el término “impacto” no se interpreta como despido, sino como funciones que hoy cumplen estas personas y que ya pueden, o pronto podrán, ser ejecutadas por ChatGPT.
Los trabajadores de cuello blanco con años de formación profesional también han de prestar atención hasta qué punto el avance tecnológico los ayuda en su labor o bien comienza en realidad a hacer sus trabajos mejor que ellos y a un menor precio para sus clientes y empleadores. Para ejemplificar esto me parece justo mencionar los últimos avances que han permitido que programas de AI alimentados con miles de datos sobre pacientes con cáncer, hoy en día puedan detectar algunos tipos de esta enfermedad con más precisión y velocidad que los profesionales humanos debidamente formados y con años de experiencia en la temática. El profesional formado hace deducciones en base a sus años de experiencia analizando imágenes de distintos tumores detectados en distintas etapas, pero últimamente basándose en su memoria, la cual tiende a deteriorarse, y finalmente su instinto. Una pieza de software programada con tal finalidad puede comparar las imágenes de nuestros pacientes con los datos ya estudiados de no cientos de otros, no miles, sino millones de casos de pacientes alrededor del mundo, en muy poco tiempo. Esto ya sucede hoy en día y un ejemplo de ello es el uso de Watson, la AI de la empresa IBM, por el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, que puede analizar y comparar nuestros datos con la historia clínica de más de 1,5 millones de pacientes, y millones de artículos académicos de las más prestigiosas revistas científicas[52]. De esta forma, Watson puede no solo comparar nuestros síntomas, sino también nuestra genética, con la de otros pacientes, con casos de éxito y fracaso, en situaciones similares, para así ofrecer estadísticas certeras respecto a cuál es la mejor maniobra o decisión a tomar en cada caso particular.
Qué decir entonces de los contadores en un mundo donde el dinero en efectivo es tendiente a desaparecer y todas nuestras transacciones pasan a ser electrónicas, por lo que se convierten en algo más fácil de auditar y rastrear, dificultando la evasión impositiva, la corrupción y la economía en negro. Recibir sobornos o montar una cadena de negocios ilícitos va a ser más difícil, excepto claro que uno sepa manejarse bien en el mundo de los criptoactivos digitales en donde la privacidad y el seudoanonimato están a la orden del día debido a las escasas y malas regulaciones a los principales actores del ecosistema. Si bien es claro que activos como Bitcoin son imposibles de regular en sí por un Estado-Nación debido a la naturaleza distribuida del sistema, las casas de intercambio de este y otros criptoactivos son el lugar en el cual se debe poner el ojo con la lupa. No de forma excesiva, no matando a esta industria tan innovadora y disruptiva, sino lo suficiente para evitar que a través de ellas se articulen transacciones ilegales que faciliten el lavado de activos, la fuga de capitales y el financiamiento al terrorismo internacional entre otras cosas. Los abogados mismos la van a tener difícil y quizás ni siquiera sea inicialmente por una Inteligencia Artificial, sino por la automatización y digitalización de sus documentos. Hoy, servicios como LegalZoom, permiten a las personas completar unos sencillos formularios online, luego pagar el precio requerido dependiendo el trámite en cuestión, para finalmente obtener el documento legal en ese mismo instante. Las personas pueden registrar sus empresas, fundaciones, contratos, disoluciones, marcas, dejar un testamento, divorciarse, cambiar su nombre, y muchas cosas más, desde la comodidad de sus casas y a precios sumamente competitivos con el mercado. Ni hablar entonces de los traductores frente al avance de las tecnologías que permiten llevar adelante la traducción en tiempo real, no solo en textos, sino por ejemplo a través de Skype o Meet, en conversaciones con audio en vivo, que incluso sin aún ser perfecta su tecnología, nos sirve como ventana al futuro para espiar qué es lo que se viene. He tenido la suerte de poder viajar por todos los continentes y si bien la mayoría de las veces me he podido comunicar fácilmente con mi español e inglés, en ocasiones he visitado países cuya lengua principal no es ninguna de las dos anteriores. ¿Ha sido eso un problema? Jamás, ya que lo primero que hago al llegar a otro país es comprar un chip con datos de internet para mi teléfono móvil. Esto me permite acceder a un traductor como el de Google en tiempo real donde sea que me encuentre. Esto no solo sirve para escribir y traducir palabras de dicha forma, sino que también podemos grabar nuestra voz o la de otra persona en cualquier idioma y luego traducirlo, tanto en formato escrito o de audio, al idioma que queremos. Dicha aplicación, incluso permite utilizar la cámara de nuestro teléfono y apuntarla al menú en un restaurante, a un cartel en la calle, en fin a lo que queramos, que tenga palabras en otro idioma, para así nosotros poder leerlo con facilidad de manera instantánea.
En relación al desplazamiento de personas de sus puestos de trabajo, estudios del Boston Consulting Group[53] predicen que la inversión en robots industriales incrementará a un 10% anual en las principales economías desarrolladas, mientras en la actualidad esta cifra no suele pasar del 3%. En este sentido, se estima que actualmente solo el 10% de los puestos de trabajo que pueden ser ejecutados por robots ya han sido automatizados y antes de la pandemia se estimaba que esta cifra podría ascender al 23% para el 2025.
Es hora de que entendamos que un mundo con Inteligencia Artificial de punta, es un mundo donde las máquinas y los algoritmos pueden realizar los cuatro tipos de trabajo ya mencionados al comienzo del capítulo. Esto nos obliga a reconsiderar distintas cláusulas de nuestro contrato social.
¿Qué haremos entonces con esta nueva masa de desempleados a nivel mundial? ¿Peligran nuestros propios trabajos? De momento deberíamos comenzar a re-entrenar nuestra fuerza laboral, actualizar los planes de educación para que incluyan tanto materias de robótica y programación, pero también habilidades blandas o sociales, que quizás sean las más difíciles de reemplazar por una cuestión lógica de entender las emociones y tener empatía hacia el otro, algo que aún las máquinas parecen no lograr con determinada facilidad y precisión, pero ojo, nunca digas nunca. Existe la posibilidad de que hasta terminemos siendo obligados a cambiar nuestro modelo de organización social y productivo, ya que la automatización lastimará el tejido social si éste no se adapta a sus cambios dado que frenar el avance tecnológico no es una opción.
Con la siguiente frase puedo estar adelantándome muchas décadas, pero ¿llegaremos acaso al punto en el que el trabajo sea realmente para las máquinas y la vida para el goce de los humanos? ¿Cómo sería la subsistencia en ese modelo de sociedad? En países como Argentina, Finlandia, Islandia, los Países Bajos y Suiza, entre otros, ya hay quienes discuten la creación, con distintos tamices, de un Ingreso Universal Básico como estrategia de defensa contra el avance de la tecnología en el mercado laboral. Incluso el Reporte Económico para el presidente de los Estados Unidos que elaboró la Casa Blanca en el 2016, señala, que los trabajadores de dicho país que en el 2010 ganaban menos de US$ 20 por hora de trabajo cuentan con un 83% de posibilidades de ser reemplazados por una máquina en dicho puesto en el futuro[54], lo cual va en línea con otros informes que señalan que en ese país cerca del 45% de su fuerza laboral puede verse vista en jaque frente al avance tecnológico en los próximos 20 años, dato repetido en la academia y del que he escuchado tanto en mis participaciones en el World Business Dialogue en el 2015 en Alemania o en febrero del 2018 cuando asistí a un congreso sobre Relaciones Internacionales, gobernanza y tecnología en la universidad de Harvard. ¿De dónde viene todo este revuelo? El punto de partida de esta discusión lo dieron Carl Benedikt Frey y Michael A. Osborne, dos investigadores de la Oxford Martin School que en 2013 estimaron que 47% de los empleos de Estados Unidos podrían desaparecer en los próximos 15 o 20 años debido a la automatización. Esa estimación no es una afirmación tajante. Que exista una tecnología que pueda reemplazar un determinado puesto laboral no significa que esto vaya a suceder en una fecha exacta, siempre habrá regulaciones políticas que reduzcan la velocidad de esta transición, aunque más adelante discutiremos si eso está bien o está mal.
En el evento que tuvo lugar en la prestigiosa universidad de Harvard tuve la oportunidad de hablar con Rik Geiersbach, vicepresidente de estrategia corporativa en defensa, espacio y seguridad de Boeing, uno de los mayores fabricantes de aeronaves del mundo, quien se animó a decir que sus aeronaves más modernas solo necesitan el trabajo manual de los pilotos para el despegue y el aterrizaje de los vuelos mientras el resto del viaje suele ser conducido por la computadora central del mismo en condiciones normales, pero que en realidad en no más de 10 años la empresa podría acercar al mercado una tecnología que incluso pueda prescindir de los pilotos para estas tareas, pero que actualmente no han logrado convencer a ninguna aseguradora para contratar su servicio de protección para aeronaves inteligentes, dígase sin pilotos, que transporten a otras personas. Esto es una cuestión de negociación, de tiempo y de dinero. Crudo, pero real.
Reflotando una vez más a los psicólogos Wagenaar y Sagaria, en referencia a la velocidad exponencial de los cambios y nuestras predicciones al respecto, tenemos un ejemplo más para mencionar. En 1985, AT&T contrató a la firma McKinsey, para predecir cuál sería la tasa de adopción de los teléfonos celulares. Los expertos de esta famosa empresa de consultoría concluyeron que para el año 2000, esta industria alcanzaría a unos 900 mil usuarios. ¿Le erraron? Sí. ¿Por mucho? Sí, por mucho. La cantidad de líneas de telefonía móvil activas en Estados Unidos en el año 2000 sobrepasó los 109 millones[55]. El estudio no fue hecho por un grupo de estudiantes de primaria, sino por una de las más prestigiosas consultoras del mundo y eso nos lleva a hacernos la siguiente pregunta ¿y si las predicciones ya vistas en referencia a la automatización y el desempleo también se quedan cortas? No es algo que pueda asegurar, pero tampoco algo que pueda refutar. Después de todo, hemos establecido que más allá de la velocidad de los cambios, no vamos a detener el avance en materia tecnológica.
Ninguna nación está lista para los cambios que se avecinan. Las altas tasas de desempleo históricamente conducen a inestabilidad social, y la falta de consumidores en las economías de consumo conduce también a la inestabilidad económica, un cocktail no muy recomendable. Por ello debemos preguntarnos, ¿cuál es el propósito de las tecnologías que estamos creando en primer lugar? El avance tecnológico tiene sus beneficios y eso es innegable en materia de educación, alimentación, salud, seguridad y productividad, pero quizás ya no tanto en las condiciones de organización social actual frente a este avance exponencial de las computadoras.
Es aconsejable que, sin caer presos del pánico, comencemos a indagar sobre estos hechos y sus potenciales riesgos, con el propósito de descubrir alternativas de forma inmediata para así juntos poder hallar respuestas y soluciones a estas cuestiones. Repito, la idea no es preocuparnos, sino ocuparnos.
En el momento en que admitimos que el procesamiento de la información es la fuente de la inteligencia, por lo que algún sistema computacional apropiado podría ser su motor, y admitimos que mejoraremos estos sistemas de forma continua; a la vez que aceptamos que el horizonte de la cognición muy probablemente supera con creces lo que actualmente conocemos, entonces tenemos que admitir que estamos en el proceso de construir algún tipo de Dios. Ahora sería un buen momento para asegurarnos de que ese sea un buen Dios con quién convivir.
No podemos cerrar este apartado sin antes citar la siguiente frase de Aristóteles en su libro Política (en griego Politiká), cuya relevancia no cesa incluso en tiempos modernos:
Si cada instrumento pudiera realizar su propio trabajo, obedeciendo o anticipándose a la voluntad de otros, como las estatuas de Dédalo, o los trípodes de Hefesto, que, dice el poeta, por su propio acuerdo entraron en la asamblea de los dioses; Si, de igual manera, el aparato tejiera y el plectro tocara la lira sin una mano que los guíe, los jefes de los obreros no querrían siervos, ni los amos esclavos.
Miles de años después, seguimos discutiendo la automatización del trabajo, pero a diferencia de aquel entonces, hoy contamos con tecnología que lo permite hacer realidad.
[47] Baer, Drake. (2016). “This “Virtual Employee” Is Proof That the Robot Takeover Is upon Us.” Business Insider. Visto el 25 de junio del 2021, en https://www.businessinsider.com/ipsoft-amelia-profile-2016-4.
[48] Cooban, A. (2023). This CEO replaced 90% of support staff with an AI chatbot. CNN. Visto el 19 de julio del 2023, en https://edition.cnn.com/2023/07/12/business/dukaan-ceo-layoffs-ai-chatbot/index.html.
[49] Cooban, A. (2023). Shah. S. [@suumitshah]. (2023). We had to layoff 90% of our support team because of this AI chatbot. Tough? Yes. Necessary? Absolutely. The results? Time to first response went from 1m 44s to INSTANT! Resolution time went from 2h 13m to 3m 12s Customer support costs reduced by ~85%. Twitter. Visto el 15 de julio del 2023, en https://twitter.com/suumitshah/status/1678460567000850450.
[50] EagleAI. (2023). Lab Lab. Visto el 1° de febrero del 2023, en https://lablab.ai/event/openai-whisper-gpt3-codex-dalle2-hackathon/eagleai.
[51] Eloundou, T., Manning, S., Mishkin, P., & Rock, D. (2023). GPTs are GPTs: An Early Look at the Labor Market Impact Potential of Large Language Models. Visto el 22 de marzo del 2023, en https://arxiv.org/pdf/2303.10130.pdf.
[52] IBM Watson Hard At Work: New Breakthroughs Transform Quality Care for Patients. (2013). Memorial Sloan Kettering Cancer Center. Visto el 1° de noviembre del 2021, en https://www.mskcc.org/news-releases/ibm-watson-hard-work-new-breakthroughs-transform-quality-care-patients.
[53] Zinser, M., Rose, J., &Sirkin, H. (2015). The Robotics Revolution: The Next Great Leap in Manufacturing. BCG Global. Visto el 8 de noviembre del 2021, en https://www.bcg.com/publications/2015/lean-manufacturing-innovation-robotics-revolution-next-great-leap-manufacturing.
[54] Economic report of the president. (2016). [Ebook] (p. 239). Visto el 10 de noviembre del 2021, en https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2021/07/2016-ERP.pdf.
[55] Andrew Ross S. (2013). McKinsey & Co. Isn’t All Roses in a New Book. DealBook. The NewYork Times. Visto el 8 de marzo del 2021, en https://archive.nytimes.com/dealbook.nytimes.com/2013/09/02/in-a-new-book-mckinsey-co-isnt-all-roses.