Todos los días la humanidad sube a Facebook miles de millones de fotos y la red social las etiqueta automáticamente, lo cual ayuda a que las personas con visibilidad reducida puedan apreciar el contenido generado por todos en la red. ¿Estás confundido o confundida? La frase anterior está bien escrita, sencillamente no estaba haciendo referencia a la “etiqueta” de tus amigos o amigas. Cuando subes una foto a Facebook, este la examina y asigna un “texto alternativo” a dicha imagen. Las personas pueden modificar ese texto para ayudar a convertirlo en algo más preciso. Esto sirve justamente para que cuando un usuario que ha manifestado contar con dificultades visuales parciales o completas, Facebook le cuente a viva voz qué es lo que muestran las fotos que publicaron sus amigos en la red social[110].
Así como alimentamos constantemente a este monstruo, Google también lo sabe todo de nosotros. Desde nuestras preferencias culinarias y qué partidos o candidatos políticos preferimos, hasta con quién nos rodeamos, no únicamente dependiendo de las fotos que subimos y las etiquetas de personas que les colocamos, sino también entrecruzando la información referida a las redes de Wi-Fi desde las que nos conectamos, el tiempo en que nuestros dispositivos se encuentran próximos a otro en base a nuestras coordenadas, además de corroborar si ya somos “amigos virtuales” con otra persona en las redes. Si pudiésemos acceder y leer todos estos datos, hasta podríamos hacer predicciones bastante acertadas de sí anoche una persona pasó la velada con otra persona que recién conoció a través de su grupo de amistades.
La lógica sería bastante sencilla, así que vamos a graficarlo con un ejemplo heteronormativo, para que sea de fácil comprensión. Supongamos que Alicia viaja un viernes a Buenos Aires para visitar a su amiga Belén que cumple años al día siguiente y procede a hospedarse en el departamento de ella. Belén es amiga en las redes sociales tanto de Alicia como de Carlos. El algoritmo de las redes sociales sabe bien que Alicia hoy en día no se junta tanto con Belén porque viven en ciudades distintas aunque en base a la actividad que ambas mantienen online entre sí, puede predecir que ambas mantienen una estrecha amistad, y eso se desprende del intercambio de Me Gusta, las respuestas mutuas a sus Historias y su comunicación frecuente a través del chat. El algoritmo, por distintas variables, como el uso de la misma red Wi-Fi casera de forma frecuente y la superposición de coordenadas, sabe que Belén y Carlos son buenos amigos. El sábado, Belén decide festejar su cumpleaños y para eso invita a todos sus amigos y amigas a una determinada discoteca, lo cual es fácil de detectar por una serie de coordenadas. El algoritmo ya sabe que hoy es el cumpleaños de Belén. En determinado momento, los celulares de Alicia y Carlos se alejan del resto del grupo, hacia lo que el algoritmo reconoce como la casa de Carlos o un Hotel. Al mismo tiempo detecta que Belén volvió a su casa, o incluso que quizás decidió ir a pasar la noche en otro lugar por lo que su hogar estaría vacío y disponible para que Belén duerma allí tranquilamente, dado que ya habíamos detectado que ella durmió ahí la noche anterior. Así y todo, las coordenadas de nuestros personajes muestran que ese no fue el caso. ¿Podemos garantizar que sucedió algo entre Belén y Carlos? No necesariamente, aunque partiendo de la base del consentimiento mutuo, quizás sus relojes inteligentes que monitorean sus pulsaciones pueden ayudarnos a resolver este misterio. Incluso podríamos evaluar a qué hora se alejó el celular de Belén de la casa de Carlos, esa misma noche, o al día siguiente, y luego el algoritmo analizar sus próximas interacciones en las redes sociales. ¿Suena demasiado invasivo esto que acabo de plantear? Quizás lo es. Quizás ya está pasando. Entonces, ¿cuál es el límite? ¿Existe acaso? Algunos dirán que la privacidad es el costo a sacrificar a cambio de los servicios que nos dan las páginas webs y aplicaciones que más utilizamos y nos ofrecen experiencias personalizadas. Ese es el paradigma actual, es real, pero no por ello debe ser el estándar para el día de mañana.
Distintas investigaciones han demostrado que datos como los Me Gusta que dejamos en Facebook, o el tiempo que pasamos viendo una foto en una red social puede ser utilizado para determinar tu orientación sexual, el uso de drogas, si eres o no afrodescendiente, y tu visión política[111]. Esta aproximación estadística no es 100% certera, ya que además una persona puede cambiar su visión respecto a determinados temas a lo largo de su vida, pero el nivel de acierto de estas predicciones puede ser extremadamente precisa, lo cual le da a estas empresas el poder de analizar tu perfil al máximo posible para luego utilizar esa información con distintos propósitos como venderte una remera o inducirte a votar por determinado partido político. Así, en el futuro cercano es probable que una empresa de bebidas a ti te muestre un comercial con imágenes de personas que se parecen o te gustan a vos, y a mi mostrarme otro anuncio con la misma retórica, pero con otras personas. ¿Serán de hecho personas reales o meras representaciones de humanos creados artificialmente de manera digital? ¿Crees que podrías detectar una falsificación? Entonces te invito a visitar el sitio web www.this-person-does-not-exist.com. Cada vez que abras dicha página o aprietes el botón recargar dentro de ella, obtendrás una imagen nueva de una persona que en realidad no existe. ¡Sorpresa!
[110] Using Artificial Intelligence to Help Blind People ‘See’ Facebook-About Facebook. Facebook. (2016). Visto el 18 de julio del 2021, en https://about.fb.com/news/2016/04/using-artificial-intelligence-to-help-blind-people-see-facebook.
[111] Enhancing Transparency and Control When Drawing Data-Driven Inferences About Individuals. Daizhuo Chen, Samuel P. Fraiberger, Robert Moakler, and Foster Provost Big Data 2017 5:3, 197-212. Visto el 29 de abril del 2022, en https://www.liebertpub.com/doi/full/10.1089/big.2017.0074.